Combatir el cambio climático: ¿un esfuerzo individual o colectivo?

El cambio climático representa uno de los mayores desafíos globales de nuestro tiempo y abordar esta crisis requiere mucho más que ajustes en las rutinas personales. Aunque racionalizar el consumo, aprovechar el transporte público y minimizar el despilfarro energético son acciones significativas, no son suficientes por sí solas para mitigar el impacto ambiental. Los estudios científicos subrayan la importancia de adoptar un enfoque integral que combine políticas públicas efectivas, colaboración internacional y acción colectiva informada. Además, es fundamental que la comunidad científica ayude a la ciudadanía a superar su ‘barrera de la pericia’, un obstáculo que excluye a los colectivos sin conocimientos técnicos de las decisiones políticas relacionadas con el cambio climático.

Infraestructura y regulaciones: el contexto importa

Un análisis publicado en Sustainability Science destaca la relación intrínseca entre las acciones individuales y el entorno estructural. Examina factores como las políticas regulatorias de distintos países, la infraestructura disponible y los incentivos económicos y su relación con las decisiones cotidianas. ¿Qué ocurre cuando los individuos están motivados a actuar pero las políticas públicas limitan sus opciones para adquirir hábitos sostenibles? El estudio, liderado por investigadores fineses y japoneses, recalca que los comportamientos individuales están intrínsecamente condicionados por factores estructurales, como la disponibilidad de infraestructura, las políticas regulatorias y los incentivos económicos. Por ejemplo, mientras que un ciudadano puede querer usar el transporte público, la ausencia de un sistema eficiente y accesible puede limitar drásticamente su capacidad para hacerlo. Asimismo, las elecciones de consumo están restringidas por las opciones disponibles en el mercado, frecuentemente modeladas por estrategias empresariales.

Japón y Finlandia, argumentan los investigadores, son dos países que ilustran muy bien el impacto de las políticas estructurales. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente de Japón y el Instituto de Recursos Naturales de Finlandia, las estrategias nacionales han sido fundamentales para transformar prácticas insostenibles en modelos replicables de sostenibilidad. En Japón, el 90% de los residuos plásticos se reciclan gracias a estrictas regulaciones y programas de educación ambiental. Por otro lado, Finlandia ha logrado establecer un sistema de calefacción urbana altamente eficiente que emplea energías renovables y residuos para cubrir casi el 50% de la demanda en las principales ciudades.

combatir el cambio climático reciclaje de residuos en japón
Algunas de las instrucciones para reciclar residuos en el distrito de Nagoya (Japón). Fuente: city.nagoya.jp

La acción colectiva como motor de cambio

Las conclusiones del estudio publicado en Sustainability Science sugieren que, para alcanzar las metas climáticas globales, es imprescindible movilizar a gobiernos, empresas y comunidades hacia soluciones colaborativas. Según sus autores, esto implica:

  • Diseño de entornos urbanos sostenibles: Promover el transporte electrificado, reducir la dependencia de combustibles fósiles y priorizar la eficiencia energética en las ciudades.
  • Regulaciones ambientales estrictas: Imponer normativas que obliguen a las empresas a adoptar tecnologías limpias y limitar sus emisiones de carbono.
  • Iniciativas educativas: Fomentar la sensibilización pública a través de campañas que destaquen el impacto de las acciones cotidianas, acompañadas de alternativas viables.

Hábitos sostenibles: clave para la resiliencia climática

Entonces, ¿qué papel tiene nuestra conducta individual en la lucha contra el cambio climático? Un estudio destacado en Current Opinion in Behavioral Sciences sugiere que los hábitos tienen un potencial transformador cuando se alinean con objetivos sostenibles. Aunque por naturaleza las personas podemos ser resistentes al cambio, nuestros hábitos pueden redirigirse hacia prácticas ambientalmente responsables mediante intervenciones bien diseñadas, aplicadas del modo adecuado y en el momento más efectivo.

La ‘hipótesis de la discontinuidad de hábitos‘ sostiene que los momentos de transición, como finalizar los estudios, una mudanza o cambio de trabajo, presentan oportunidades únicas para fomentar nuevos comportamientos. Cuando las costumbres se ven alteradas por estos periodos de transición, argumentan los investigadores, es más probable que se adquieran nuevos hábitos. Por ejemplo, un experimento realizado en 800 hogares de Peterborough (Inglaterra) demostró que las intervenciones públicas para promover los transportes más sostenibles eran más eficaces si se llevaban a cabo dentro de los tres meses posteriores a una mudanza, en comparación con personas que no habían recibido formación y con personas que no se habían mudado.

En 2019, Cambridge fue sede de la primera Asamblea de Ciudadanos del Reino Unido, que abordó específicamente cuestiones relacionadas con el transporte y la congestión. Tras dos fines de semana de deliberaciones, emitieron un informe en el que se incluían necesidades como habilitar más de una plaza de movilidad reducida en los autobuses o crear carriles bici «que no sean una mera línea pintada en el suelo». Fuente: involve.org.uk

El papel de los ciudadanos en un sistema interconectado

Aunque los hábitos individuales no son suficientes para resolver la crisis climática, los ciudadanos desempeñan un rol crucial para ejercer presión. La participación activa en movimientos sociales, el voto informado y la demanda de responsabilidad corporativa son formas efectivas de amplificar el impacto individual en un contexto colectivo. Un estudio reciente sobre activismo climático en Australia resalta cómo diferentes niveles de activismo (bajo, moderado y alto) están impulsados por motivadores comunes como la percepción de la importancia y efectividad de la acción; pero también muestra barreras específicas para el activismo, como la falta de experiencia y el tiempo disponible, que limitan la participación de ciertos grupos. Estos hallazgos coinciden con un concepto acuñado por la experta en la relación entre ciencia, tecnología y sociedad de la Universidad de Michigan Shobita Parthasarathy.

La ‘barrera de la pericia’ y el doble rol de las personas expertas

En el contexto de la lucha contra el cambio climático, uno de los obstáculos más importantes que enfrentan los ciudadanos es la llamada ‘barrera de la pericia’, un concepto desarrollado por Shobita Parthasarathy (Science and Public Policy, 2010). Se refiere a las dificultades que tienen los ciudadanos para participar de manera plena en las políticas públicas de ciencia y tecnología, debido a la especialización del conocimiento requerido. En ámbitos técnicos como el cambio climático, las personas no expertas suelen quedar excluidas de la toma de decisiones. Sin embargo, Parthasarathy destaca que los activistas y ciudadanos pueden romper esta barrera utilizando diversas estrategias.

  1. Aprovechar el conocimiento científico existente: Los grupos activistas pueden asociarse con personas expertas o adquirir el conocimiento necesario para participar en el debate con un nivel similar de legitimidad. De este modo, logran generar un diálogo más equilibrado y desafiar las políticas públicas con más información fiable.
  2. Generar nuevos conocimientos. Un ejemplo de esto es la ciencia ciudadana, donde grupos de personas sin formación técnica realizan investigaciones y recopilan datos que pueden ser presentados como evidencia en el debate público.
  3. Introducir nuevas lógicas en la toma de decisiones políticas: Los movimientos sociales pueden cuestionar las lógicas dominantes de la toma de decisiones y plantear nuevas formas de pensar sobre los problemas y soluciones. Esto mete en la ecuación otros valores, como la justicia social o la sostenibilidad, que tradicionalmente no han sido prioritarios.
  4. Atacar las reglas burocráticas: Finalmente, los activistas pueden desafiar las normas y reglas burocráticas que dominan los procesos decisionales, argumentando que estas no siempre sirven al interés público. En este caso, la crítica a las reglas tecnocráticas busca abrir el espacio a una toma de decisiones más democrática y accesible a todos.

La otra cara de la moneda es que, si te dedicas a la ciencia, tú puedes ser la persona experta que ayude a impulsar los proyectos para combatir el cambio climático de la ciudadanía. Desde tu propia área de conocimiento, seguro que tienes mucho que aportar a superar la barrera de la pericia y lograr una mayor inclusión de la ciudadanía en las políticas climáticas. Con la ayuda del personal científico, la acción por el cambio puede ser un proceso colectivo en el que se consideren diversas perspectivas y conocimientos.

la bióloga Florence Robinson (1938-2016)
El territorio conocido como Cancer Alley bordea el río Mississippi desde Baton Rouge hasta Nueva Orleans, en Luisiana (EE.UU.). Esta zona alberga instalaciones que producen gasolina, fertilizantes, plásticos y muchos otros productos petroquímicos. La población de este ‘corredor químico’, de bajos ingresos y de color, se veía desprotegida. En la década de 1970, la bióloga Florence Robinson (1938-2016) se unió a la lucha contra la contaminación industrial que afectaba a su comunidad. Con su implicación, la Red de Acción Ambiental de Luisiana (LEAN, por sus siglas en inglés) logró una primera gran victoria a finales de la década de 1990, con la desmantelación de una de las principales plantas contaminadoras de la zona.

A nivel individual, de políticas públicas o de industria global, la urgencia de la acción climática no admite moratorias. Eventos recientes, como el incremento de fenómenos climáticos extremos, desde incendios forestales devastadores en América hasta inundaciones históricas en Europa, hacen evidente la necesidad de una acción inmediata y coordinada para mitigar los efectos del cambio climático. Frente a la crisis climática, cada acción individual, cada política pública que promueva hábitos sostenibles, y cada esfuerzo por romper la barrera de la pericia nos acerca un paso más a un futuro más justo, equitativo y resiliente.

Artículos consultados: Koide, R., Lettenmeier, M., Akenji, L., Toivio, V., Amellina, A., Khodke, A., … & Kojima, S. (2021). Lifestyle carbon footprints and changes in lifestyles to limit global warming to 1.5 C, and ways forward for related researchSustainability Science16(6), 2087-2099. / Verplanken, B., & Whitmarsh, L. (2021). Habit and climate changeCurrent Opinion in Behavioral Sciences42, 42-46. / Parthasarathy, S. (2010). Breaking the expertise barrier: understanding activist strategies in science and technology policy domainsScience and Public Policy37(5), 355-367.

También te podría interesar

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *