La creencia de que la leche sienta mal no es universalmente cierta. Sí hay personas intolerantes o alérgicas a la lactosa, por lo que es importante distinguir entre ambas afecciones.
Antes se pensaba que la leche y los derivados lácteos eran mucho más nutritivos cuanto más frescos y menos manipulación hubieran sufrido. Alice C. Evans demostró que el consumo de leche fresca de vacas infectadas podía transmitir la brucelosis.