¿Qué es la propiocepción?

Patricia López Barceló

Todos conocemos ‘los cinco sentidos’, pero no todos sabemos que la propiocepción es un sentido igual de importante que el gusto, el olfato, la vista, el oído o el tacto.

El concepto propiocepción procede de “propio-” que significa uno mismo y de “-cepción”, que significa consciencia. Los profesores de Fisioterapia de la Universidad Miguel Hernández (UMH) Sergio HernándezCarlos Lozano explican que la propiocepción es la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de las partes del cuerpo en cada momento, así como nuestra posición global en el espacio.

El sexto sentido del que nadie habla

Por lo tanto, gracias a este sentido, que tiene en cuenta el estado del cuerpo (es un sentido de interocepción), nuestro organismo sabe interpretar qué grupos musculares deben reaccionar para evitar una caída, una lesión, un golpe… Para conseguir esto, las articulaciones, los músculos, tendones, ligamentos y la piel mandan, a través de los nervios, información al cerebro de la posición exacta que tienen, así como de su tensión o la compresión que sufren.

Para que nos hagamos una idea mejor de cómo funciona nuestro sentido de la propiocepción pongamos un ejemplo: imaginemos que estamos jugando al fútbol. En cada giro, los ligamentos y receptores de las articulaciones de la rodilla están continuamente enviando información de las posiciones y los estiramientos que hay que ejecutar. Y es nuestro Sistema Nervioso Central el que responde, ordenando la contracción y relajación de los músculos necesarios para el movimiento.

Pero, entonces, nuestra compañera de equipo nos hace un pase que nos obliga a hacer un desplazamiento más abierto y nuestra rodilla derecha gira más de la cuenta. Es entonces cuando el ligamento cruzado anterior avisa de que se está estirando más de lo permitido al movimiento y de que hay riesgo de rotura del mismo. Es en ese preciso momento en el que entra en acción el sistema propioceptivo, enviando al cerebro la orden inmediata de reaccionar, contrayendo el cuádriceps más fuerte para evitar la lesión.

De este modo, este ‘sexto sentido’ nos permite saber, incluso con los ojos cerrados, si nuestro cuerpo está tumbado, sentado o de pie, y tener control de nuestra postura en el espacio.

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